viernes, 6 de febrero de 2009

Los libertinos barrocos de Michel Onfray

viernes 6 de febrero de 2009
Los libertinos barrocos de Michel Onfray




'Los libertinos barrocos'

Michel Onfray
EDITORIAL ANAGRAMA
Ésta es la tercera pieza del gran edificio de la contrahistoria de la filosofía que Michel Onfray levanta a contracorriente de los manuales al uso, después de haber sacado a la luz, en los dos primeros tomos, a los «proscritos» y los «malditos» de la historia racionalista, idealista y cristiana de la Antigüedad y la Edad Media -los materialistas y los hedonistas-, cuyo pensamiento ha revitalizado al mostrar el interés que entrañan para el mundo del siglo XXI. En Los libertinos barrocos se ocupa del siglo XVII francés, conocido como «Grand Siècle», deconstruyendo los mitos y las leyendas de la historia oficial y descubriendo, en las antípodas de su tarjeta postal con la efigie de Descartes, Pascal o Fénelon, una constelación de «libertinos barrocos» que, aunque sin dejar todavía de ser cristianos, se inspiran en Montaigne, los relatos de viaje del Nuevo Mundo, los gabinetes de curiosidades, las lecciones que se extraen de las lentes astronómicas o la anamorfosis de los pintores, para dar lugar a un pensamiento original y a veces oculto bajo el brillo de los «salones» de la época. Los libertinos barrocos son protagonistas de una importante revolución en la metodología, la ética y la religión imperantes hasta entonces. Defienden una actitud y un pensamiento inspirados en el relativismo y el perspectivismo, son partidarios entusiastas del nuevo modelo científico, escépticos en materia de religión, que no desdeñan del todo, pero que matizan con un enfoque fideísta, y reivindican decididamente la plena libertad filosófica, que combinan con su apoyo a la moral epicúrea y el sensualismo. Entre los pensadores aquí estudiados -además de Pierre Charron, Cyrano de Bergerac, François de La Mothe Le Vayer, Charles de Saint-Évremond y Pierre Gassendi- figura Baruch Spinoza, que, por raro que parezca, nunca ha sido abordado bajo el ángulo de su especificidad hedonista.

INTRODUCCIÓN
Identidades del «Grand Siècle». La historiografía clásica habla del Grand Siècle en referencia al siglo XVII. Grande, sí, probablemente. Pero ¿por qué? ¿Por qué razones y para quién? Nadie se lo pregunta. Todo está sobrentendido... De modo que quien se pregunte de dónde viene la expresión, a quién se la debemos o quién la ha acuñado, se encontrará con graves dificultades. La expresión circula, pero nunca se explica, se razona ni se desmonta.
El siglo XVIII es el Siglo de las Luces o de la Ilustración, el siguiente es el de la Revolución Industrial, el XX todavía no ha sido bautizado -podría ser el Siglo de los Fascismos...-, suponiendo que sea posible reducir cada época a unos cuantos términos, a una expresión, incluso a una sola palabra. Así, la oscura Edad Media condena este período a no ser otra cosa que una época de brutalidades, crueldades, barbarie, en la que no merece la pena detenerse... Así que Grand Siècle...
Esta etiqueta cubre una mercancía heterogénea a la que se presenta como un todo coherente: la filosofía de Descartes y las tragedias de Corneille, los Pensamientos de Pascal y la Athalia de Racine, las oraciones fúnebres de Bos-17 suet y las sátiras de Boileau, las cartas de la marquesa de Sévigné y las comedias de Molière, los caracteres de La Bruyère y las Máximas de La Rochefoucauld. Un poco de cogito, un lugar para Cinna, un junco pensante, dos infinitos, el cadáver de Enriqueta de Francia, un Arte poética, un escritorio de campaña en Grignan, un Tartufo, un Don Juan, Alcestes o aforismos, el Grand Siècle triunfa en los fragmentos escogidos.
No se sabe quién selecciona estos bibelots, ni cuándo, ni en qué circunstancias, para crear este escaparate francés. Es evidente que supone elecciones que dejan de lado autores, pensamientos y corrientes que tallan en profundidad el siglo XVII y lo constituyen en su copiosa totalidad. ¿Acaso no hubo en estos cien años otra cosa que cartesianismo y jansenismo, quietismo y jesuitismo, cristianismo y clasicismo? ¿Héroes romanos, pero apuestas de Iglesia? ¿Figuras griegas para problemas católicos? ¿Retorno de los antiguos, pero para un tiempo presente? ¿Sófocles y Eurípides resucitando en Corneille y Racine? ¿Fedro y Esopo disfrazados de Jean de La Fontaine? ¿Plauto y Terencio reencarnados en Jean-Baptiste Poquelin? ¿Teofrasto vestido de La Bruyère? El alma y el cuerpo de Platón convertidos en sustancia pensante y sustancia extensa en Descartes. ¿Y por qué, en este banquete de antiguos, la ausencia absoluta de Demócrito, Leucipo, Epicuro o Lucrecio? ¿Cómo puede llegar a ser tan grande este siglo si sacrifica a tantos grandes pensadores, aunque molestos, sin duda, en la perspectiva hagiográfica...?

2 comentarios:

  1. Onfray es un inquieto intelectual de la generación libertina del siglo XXI; Nació en 1959 y su formación tuvo lugar en los estertores de la gran era capitalista, la coincidente con la guerra fría. Conoció de primera mano el clericalismo reformado vaticano segundo y la fértil etapa postestructuralista; la moda sesentaiochista de los primeros setenta y la reacción neoliberal de las tres últimas décadas. Aquí está, en esta hora Post, iniciando con nosotros la Gran Crisis del 2009. Todo maestro comienza siendo un discípulo y, por tanto reinvindicando maestros del pasado, en ocasinoes haciendo necesaria invención a la manera de un hallazgo de una reliquia: hedonistas, materialistas, escépticos, libertinos, anarquistas nietcheanos...su sabiduría tiene pátina clásica sin perder frescura práctica. Nada más lejos de los hijos de época Post-post que negar la historia. Todo lo contrario; es, precisamente la historia- sin mayúsculas- lo que importa para de verdad hacerla maestra de la vida, lejos del secuestro académico y la glosa de políticos al uso posnapoleónicos. La historia propia informa todo su andamiaje contrafilófico , es decir antiplatónico y anticristiano. Para ello , en este tercer tratado, buscó la buena compañía del pulidor de lentes portugués de Amsterdad: Espinosa. Pues es Espinoza el epítome del Barroco.Los libertinos franceses nos hablan así con el lenguaje de este nuestro libertino hermano, que, sin olvidar las buenas lecciones- olvidando las malas- del postestructuralismo, actualiza el debate filosófico después de la muerte del debelador/develador que fue el gran Derrida. Así textos interrogadas sin corrección política están a la base de este maesto del libertinaje lijero y post-postmoderno, tan nuestro como el aire de de época.

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  2. Derrida y las libertinas...anecdota.-
    pues erase un libro de Jacques Derrida titulado "Posiciones",algo traducido aqui por Pre-Textos,que trataba de una especie de ciencia un tanto abstrusa, la "gramatología",cosas del estructuralismo,...y hete aqui,que una invitada libertina se asoma a la estantería,ve el titulo,y automáticamente echa mano al libro y girandose hacia mi me dice "pero, ¿como tienes libros asi de atrevidos...? Posiciones,... Me costó trabajo hacerla ver la verdad.Tuve que hacerla hojear el libro,con lo cual,satisfecha en su ignorancia,no emitió mas dudas sobre mi moralidad....Desde luego-pensé-la mente esta rapida a ver lo que quiere,en vieja frase evangélica, "de la abundancia del corazón habla la boca"...
    ya en serio,estos franceses siempre se prestan al moralismo,siempre son moralistas,creerían en la santidad del mal,ya el semiolvidado y grandiosamente contradictorio Bergamin les ajusto las cuentas en aquel infame libelo que publicó Turner,con aquel retrato de Luis (no se si XIV o XVI)y el detalle del calzado del rey.(gran mariconada),como emblema de la cultura francesa,y de "su nefasta influencia en los paises vecinos,como España".

    De todas maneras,hay que leerles.

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