jueves, 25 de diciembre de 2008

La religión de nuestro tiempo

Bajo las condiciones del mercado, la religión también deviene mercancía. El supermercado está repleto; a las viejas instituciones se suman una muy nutrida carta. Cada consumidor adapta y adopta esa variedad de mercancías a sus gustos particulares. Mas el mercado también simplifica y ofrece con prefencia productos estandarizados listos para un consumo frívolo e intrascendente.
Se dice con frecuencia que las catedrales del siglo XXI son los grandes centrtos comerciales y es muy cierto. Allí el feligrés, manipulado por las jaculatorias del discurso publicitario, encuentra la peana que necesita en ese momento. La instantaneidad del consumismo impide el aburrimiento y a cada demanda se habilita una oferta, pero esa misma caducidad mercantil hace de todo mera banalidad y relativiza hasta los más elaborados productos teológicos y los más refinados ritos del pasado.
Así la religión de nuestro tiempo es un continente, el propio mercado, que anula el contenido:lo banaliza irremediablemente , fidelizando creencias y ritos en segmentos determinados de consumidores, ni mejores ni peores que otras feligresías. Se completa la secularización en occidente relegando lo religioso al santuario interior e intrascentente de cada consumidor.

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