miércoles, 1 de abril de 2009
La Terraza (1980)
El cine de Ettore Scola
Llevó bastante tiempo averiguar quién era realmente Ettore Scola, un cineasta de larga carrera a quien por un período considerable pudo tomárselo, simplemente, por un artesano más, pero que hacia mediados de los años setenta comenzó a convertirse en una figura realmente significativa del cine italiano. Durante una extensa zona inicial de su carrera, Scola fue simplemente otro fabricante de comedias (Hablemos de mujeres, Un caso fortuito, El comisario Pepe), género al que igualmente aportó una serie de libretos, generalmente en colaboración, para otros directores. En 1970, Celos estilo italiano pudo provocar empero un pequeño sobresalto, porque si bien no rompía esencialmente con esa trayectoria apuntaba indicios de una mayor inquietud.
Fue sin embargo Nos habíamos amado tanto (1974) el film que marcó para Scola un verdadero segundo comienzo, que se prolongaría en la acidez satírica de Sucios, feos y malos, el dramatismo de Un día muy especial, la refinada evocación de los tiempos de la Revolución Francesa de La noche de Varennes, los despliegues musicales de El baile, la entrañable capacidad de emoción de La familia.
En esos y otros films, Scola revelaría una tendencia a utilizar acontecimientos laterales onimios como comentario al transcurrir de la Historia Mayor. Lo hizo en Un día muy especial, que recortaba el breve romance de un ama de casa romana y un intelectual homosexual y antifascista sobre el fondo de la visita de Hitler a la Italia mussoliniana. Lo hizo también en El baile, que intentó apretar cuarenta años de historia francesa a través de la concorrencia a un salón de baile sabatino. Lo hizo en Cinema Splendor, tomando como “lugar privilegiado” a una sala cinematográfica. Antes y después, el cineasta reiteraría una tendencia a retratar conflictos colectivos a través del prisma de personajes e historias individuales, según constancia en Nos habíamos amado tanto, La terraza (1980) o La familia, o en la más reciente Mario, María y Mario, que constituye también su ajuste de cuentas personal con los desconciertos de un comunista italiano de hoy, o por lo menos de hace un rato. Es cierto que a veces se ha repetido, y que sus películas (sobre todo algunas de las últimas, como La cena) parecen con frecuencia reuniones de viejos amigos con los que se pasa un buen rato pero que reservan pocas sorpresas. Sigue siendo, sin embargo, una personalidad a tener en cuenta, y un veterano que no ceja en su actividad. Dodecá
La Terraza es uno de esos univeros de lo cotidiano al que nos tierne acostumbrado el italiano ( familias, amigos intelectuales, amigos cinéfilos...). No es costumbrismo solamente. Es una anatomía sin efectismo de la sociedad italiana de los últimos años del siglo XX.El elenco es extraordinario ( Gassman, Mastroianni, Tognazi...).En esta colección de hombres de izquierda fracasados, se ve reflejada toda una generación de periodistas, guionistas de televisión, políticos comunistas o productores de cine del fin del Compromiso histórico.
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